Cuidando la batería del portátil. A las baterías de los portátiles les pasa algo parecido: tienen sus ciclos de carga y descarga contados. Su declive comienza con el primer uso. Es por eso que, sin dejar de disfrutar de la comodidad que ofrece una buena batería, es necesario cuidarla para mantenerla en forma. Porque si la batería deja de funcionar o funciona poco, un ordenador portátil se convierte en uno fijo que pesa poco.
Principios básicos
Las baterías sufren una pérdida de capacidad con cada ciclo de carga y descarga
Ésta es la regla fundamental y sobre la que se sustenta todo lo demás. Para cuidar la batería al máximo, y para que nos resulte útil cuando la necesitemos, deberemos “ahorrar” los ciclos de carga y descarga. Esto se traduce en racionalizar el consumo de energía, suprimiendo el consumo innecesario.
Las temperaturas más altas acortan la vida de las baterías
La temperatura a la que trabaja una batería no necesariamente tiene que coincidir con la temperatura ambiente. La temperatura interna del portátil suele ser más alta. Además, algunos grados se suman sin muchas contemplaciones. Las bases de expansión, el sol, lámparas o estufas aportan calor complementario. Si añadimos la obstrucción de las rendijas de ventilación por el polvo o por la ropa, la batería se ve sometida a unas condiciones que pronto la llevarán a una jubilación anticipada. Si el portátil está caliente, la batería dura poco.
La tasa de descarga
La velocidad a la que una batería se descarga influye negativamente en su vida útil. Lógicamente, cuanto más rápidamente se descarga una batería, más pronto tendrá que cargarse y más ciclos de carga y descarga completos se harán en menos tiempo. Por tanto, es muy recomendable una gestión razonable de la energía .
Las baterías son inteligentes pero despistadas
Las baterías actuales, fruto de la evolución, son más inteligentes que sus predecesoras. Conocen su estado y facilitan esa información al portátil, que la cargará únicamente cuando corresponda. No obstante, y debido a que las cargas y descargas casi siempre son parciales, llega un momento en el que esa inteligencia pierde toda referencia en la que apoyar sus cálculos. Pero este inconveniente tiene solución.
Cómo alargar la vida de la batería
En la práctica, la batería sólo requiere de unos pocos cuidados. Éstos se deducen de los principios que hemos mencionado.
Evitar las altas temperaturas
La batería expuesta a altas temperaturas, tanto si trabaja como si no, se deteriora más rápidamente que la que permanece a temperaturas confortables. Algunos ejemplos que pueden perjudicarla son:
- Taponar las rendijas de ventilación con ropa (trabajar sobre el sofá, la propia ropa, la cama, etc. Además de perjudicar la batería, perjudica al portátil por entero.
- Trabajar bajo la exposición directa del sol, de estufas o cualquier otra fuente de calor.
- Dejar el portátil mucho tiempo en el coche en verano.
- Utilizar el portátil con software que precise del máximo rendimiento del procesador.
Quitar la batería en determinadas circunstancias
No es bueno que la batería deje de trabajar por completo durante mucho tiempo, pero es mejor quitarla del portátil si siempre se tiene el cargador conectado a la red eléctrica. También debería quitarse del portátil si no va a utilizarse por un periodo superior a dos semanas.
La calibración de la batería
Las cargas y descargas breves (incompletas) y repetidas despistan la “inteligencia” de la batería hasta el punto de no tener ni la menor idea de su estado. Si la medición de la carga es incorrecta, el portátil seguirá cargando una batería que ya está cargada y acortará sus días de utilidad. O no la cargará cuando sea necesario, dejándonos a medias en el peor momento.
La calibración se consigue cuando la batería se descarga por completo y se carga al máximo. Esta operación debe hacerse cada dos meses, aproximadamente.
La gestión de la energía
Como hemos visto, cuantas menos veces tengamos que cargar la batería, más vida útil nos aportará. Se trata, por tanto, de que el proceso de descarga sea lo más lento posible. Y para ello, no tenemos otra opción que gestionar adecuadamente la energía que consume nuestro voraz portátil.
- Ajustar el brillo de la pantalla al mínimo posible dentro de la comodidad. A más brillo, más consumo de energía.
- Apagar el Wifi cuando no se use.
- Usar el perfil de energía adecuado. Los portátiles permiten utilizar perfiles de energía de alto rendimiento, medio o bajo. Si lo que estamos haciendo es contestar correos electrónicos, el procesador no necesita trabajar a su máxima velocidad. Reduciendo la frecuencia del procesador, la batería se gasta mucho menos. No hay que poner el coche a 5000 revoluciones para aparcar.
- Desconectar los periféricos innecesarios. La mayoría de las cosas que se conectan a los puertos USB consumen la energía del portátil. Incluso algunos (los teléfonos móviles) aprovechan el acontecimiento para cargarse. Un simple Pen se calienta al conectarlo: está consumiendo energía.
- Eliminar los programas en segundo plano. Los ordenadores inician decenas de programas que se ejecutan sin el conocimiento del usuario. Algunos de ellos, que posiblemente jamás usaremos, van comprobando si hay nuevas actualizaciones. Otros están atentos a lo que podamos insertar en una unidad DVD que todavía no hemos estrenado. Lo mejor mejor que podemos hacer con estos programas es desinstalarlos o deshabilitar su inicio. El procesador necesita una energía proporcional a las peticiones que recibe.
- El salvapantallas. Por supuesto que el pase de las mejores fotografías de las vacaciones no tiene comparación con cualquier otro tipo de salvapantallas. Pero hace trabajar al procesador y mantiene a la pantalla gastando para nadie. El salvapantallas más práctico es aquel que la apague por completo.
- Hibernación. En las pausas que hacemos en el uso del portátil (que pueden ser de unos cuantos minutos, unas horas, o incluso de un par de días), podemos servirnos de la hibernación. La hibernación es un estado en el que el portátil no consume energía. O, para ser más exactos, consume la misma energía que consume cuando está completamente parado, que es poca, pero existente. Sin embargo, la ventaja de la hibernación es que el sistema operativo ya está cargado cuando lo encendemos, hecho que ahorra el tiempo de encendido y de puesta en marcha de los programas.La rapidez con la que un portátil pasa del plácido estado de hibernación al de trabajo intensivo hace de la hibernación una opción cómoda y práctica cuando uno se va a tomar un café, recibe una visita o se va a comer. Incluso se puede configurar el sistema para que se active la hibernación con sólo bajar la tapa del portátil. Más cómodo y económico, imposible. Además, los datos quedan protegidos siempre y cuando exista una contraseña de inicio de sesión.
Conclusión
Si tenemos un ordenador portátil es para que éste nos preste un servicio a nosotros y no al revés. La preferencia es, siempre, nuestro trabajo y nuestro placer. Nunca debería prevalecer (aunque es una opción tan libre como todas las demás) la pretensión de contar con el portátil mejor cuidado del barrio.
Si mantener la pantalla al mínimo nos impide montar la oficina en la terraza, casi mejor que nos olvidemos de la batería.
Ahora bien, es seguro que podemos alargar la vida de la batería sin crearnos conflictos con el portátil, disfrutando de su autonomía y evitando que se convierta en un ordenador fijo que pesa poco.
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