"Nos vamos poniendo viejos". Es lo que cantan los celulares (mayormente smartphones) en la Argentina. La caída en ventas por 3 años consecutivos obligó a estirar el ciclo de renovación.
Una situación que, claramente, se vio agravada por la pandemia, no sólo por sus implacables efectos económicos, con una caída del PBI estimada en el orden del 12%, sino también por haber alterado la normal producción de los equipos (tanto en la provisión desde China como por los cierres de plantas en Tierra del Fuego).
A escasos dos meses para finalizar este fatídico 2020, el panorama para este año no es alentador. En un contexto macroeconómico complejo, donde se combinan recesión, inflación y devaluación, con menos financiación y más costosa, hizo que las intenciones de renovación en el año en curso descendieran.
Puesto en perspectiva, durante los años 2011 a 2017, el promedio de ventas anuales de celulares fue de 13 millones. Desde entonces, las mismas vienen cayendo año a año para llegar a un 2020 donde se estima que alcanzarán apenas las 6,7 millones de unidades. Prácticamente la mitad de ese promedio.
Para dimensionar el estado actual de las cosas alcanza con el dato de que el de la pandemia será el año de menor nivel de ventas de celulares desde el 2004, cuando despegaba la masificación del servicio. Que este año estemos hablando de la mitad del volumen histórico habla a las claras del estado del sector. Y del país.
Esta menor renovación (siendo un mercado que por su alta penetración mayormente tiene crecimiento vegetativo) impacta notablemente en el alargamiento de su vida útil. La edad promedio pasó de 18 meses en sus mejores épocas a unos actuales 30 meses. Un claro indicador del envejecimiento del parque de celulares en uso.
Este contexto de seguidilla de años recesivos se vio agravado por una falta de "salto tecnológico" que actúa de impulsor a su renovación, como lo fue en su momento la llegada de 4G, por ejemplo.
Los últimos lanzamientos suelen hacer todos hincapié en la cámara, que es donde se mantiene un buen ritmo de evolución. No obstante, sí puede haber un efecto negativo en este parque envejecido y es que los dispositivos más viejos en funcionamiento no sean compatibles con todas las frecuencias de espectro en uso, especialmente las agregadas luego del mal llamado "refarming" de hace unos años que permitió que determinado espectro atribuido a servicios fijos pueda ser usado para móviles.
No obstante, es tanto el retraso acumulado que no hará falta esperar hasta la llegada de 5G para que se produzca una recuperación en la demanda. Alcanzará con desenvolverse en una economía de crecimiento moderado.
Índice iPhone
Con el lanzamiento del iPhone 12, una de las primeras reacciones, como siempre sucede, fue determinar cuánto costará adquirir este equipo en la Argentina. Acto seguido, surge la cara de espanto.
Según información periodística, el modelo de iPhone 12 que en su país de origen (EE.UU.) es de u$s943 tendrá en la Argentina un precio final de u$s2.100. Esto al cambio oficial que es el que utilizan los importadores. En esta marcada diferencia de precio juegan dos factores: el fiscal (impuestos varios y aranceles) y el microeconómico.
Desde el punto de vista fiscal, es conveniente recordar que, al no producirse en Tierra del Fuego, el iPhone no cuenta con los beneficios de los productos de la isla. Pero esta asimetría fiscal no es la única explicación en el diferencial de precio. También juega fuerte unas economías de escala muy bajas, que deben absorber los costos operativos de su comercialización en volúmenes decididamente modestos.
Apenas el 1% de los celulares que pasaron por Aduana en el 2019 fue un iPhone, unas 76 mil unidades. Y de éstas, un 80% fue ingresado por los operadores móviles (Claro, Personal y Movistar). El 20% restante fue importado por minoristas, con volúmenes promedio de unos pocos cientos.
Que el iPhone tenga una participación en los equipos en uso del 7% da cuenta del altísimo volumen de equipos que no quedan registrados al ingresar al país, ya sea por ser "importaciones individuales" como también aquellos que no son declarados por revendedores.
Con volúmenes tan bajos de ventas, que para los importadores no operadores equivalen a menos de 4 unidades diarias, los costos fijos de su comercialización (locales, sueldos, ganancia de la empresa, etc.) pasan a convertirse en un ítem no menor en la estructura de costos. Se forma así un círculo vicioso de bajos volúmenes por impacto del costo fiscal.
En otras palabras, el iPhone seguirá siendo un producto notablemente más caro en el mercado argentino comparado con las otras marcas, algo que no se verifica a nivel global. Como dato positivo, este mayor precio le agrega glamour a su imagen de marca. No todo es negativo.
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