jueves, 4 de marzo de 2021

Surface Pro 7+, Análisis poder cambiar la unidad SSD es una gran noticia

Si funciona, no lo toques. Ese parece haber sido el mantra de la familia Surface Pro en los últimos años. Apenas ha habido cambios exteriores en un dispositivo que precisamente por eso cada vez parece más difícil diferenciar de sus pasadas ediciones.


Es desde luego lo que ocurre con el Surface Pro 7+, una edición que aprovecha los nuevos procesadores Intel Core de 11ª generación y ofrece más opciones a la hora de expandir sus opciones. Que eso sea suficiente para justificar su compra es otra cuestión.

Ficha técnica del Surface Pro 7+
Como veníamos diciendo, la diferencia más notable entre este modelo y el Surface Pro 7 que analizamos en noviembre de 2019 es la de su nuevo procesador Intel Core de 11ª generación.

Esta CPU es algo más potente y más eficiente que las que se integraron en anteriores modelos de la familia Surface Pro, pero las verdaderas buenas noticias llegan en el apartado gráfico, donde el salto a los nuevos gráficos integrados Intel Xe es notable, como veremos en las pruebas.

A esta mejora se le suman otras también llamativas y que desde luego hacen ganar enteros a un equipo que antes era poco expandible. En el Surface Pro 7+ tendremos la capacidad de cambiar la unidad SSD para ampliar la capacidad disponible, pero además contaremos con opciones con hasta 32 GB de RAM.

También ganamos en opciones de conectividad, y aunque aún no hay opción para redes 5G, sí que tendremos acceso a modelos con módem 4G/LTE que nos permitirán trabajar y disfrutar de estas redes de datos de forma directa si no tenemos redes WiFi de confianza cerca.

Nada cambia en otros apartados clave como la pantalla, aunque aquí es complicado mejorar: los Surface Pro llevan presumiendo de sus paneles desde hace varias generaciones, y tanto en formato como en resolución es muy difícil poner peros a esta parte de los convertibles de Microsoft.

No hay cambios tampoco en la conectividad salvo por la opción de los modelos con conectividad 4G/LTE: en ellos tendremos una ranura para una tradicional tarjeta Nano SIM.

La batería no cambia en capacidad, pero según Microsoft su autonomía es ahora mucho mayor: de las 10 horas y media de autonomía del Surface Pro 7 pasamos a las 15 horas del modelo 7+, una cifra realmente notable que hemos querido poner a prueba en nuestro análisis y que lógicamente no es tan alta en un uso algo más intensivo del equipo.

Por el camino, eso sí, se queda una hipotética posibilidad de contar con puertos Thunderbolt 4, que quizás lleguen en la próxima gran revisión de estos equipos convertibles.

Un diseño que por conocido no deja de ser sobresaliente
Empezábamos el análisis recurriendo al conocido "si funciona, no lo toques", pero es que la frase es especialmente válida en los distintos modelos de la familia Surface Pro.

Todos ellos han ido compartiendo a lo largo de los años una misma base común: su diseño se ha vuelto una constante, algo que quizás es contraproducente a la hora de diferenciarlos pero que demuestra que ese diseño está realmente logrado.

Eso no quiere decir que no sea mejorable, desde luego. Aunque la Surface Pro 7+ sigue siendo una tableta convertible, los marcos en pantalla siguen siendo algo excesivos para un equipo que invita en muchas ocasiones a ser usado como portátil.

El peso y el grosor del equipo son también elevados, aunque aquí hay que admitir que reducir ambos parámetros podría plantear una disminución clara de la autonomía de la batería, uno de los valores clave de estos equipos.

En este nuevo modelo no obstante sí que hay un cambio reseñable. En la parte trasera disponemos de una pequeña compuerta que dará acceso a la posibilidad de reemplazar la unidad SSD, que hace uso de pequeñas unidades en formato M.2. 2230.

Ya vimos este cambio en el Surface Laptop 3 y el Surface Pro X, y desde luego se trata de un cambio que seguramente sea bienvenido por todos los usuarios: poder acceder a la opción de cambiar esa unidad SSD puede ser crucial para alargar la vida útil del equipo.

En el caso de contar con uno de los modelos con conectividad 4G, notaremos que también hay una pequeña bandeja para insertar la tarjeta nano SIM. Está ciertamente bien escondida en la misma zona en la que está el compartimento de la unidad SSD, y para acceder a ella cómodamente es necesario desplegar el soporte del Surface Pro 7 como si fueramos a apoyarlo sobre la mesa para trabajar.

El teclado está pero no está
Como todos nuestros lectores sabrán, la familia Surface Pro suele mostrarse en imágenes promocionales con la funda-teclado Type Cover ya preparada para entrar en acción, pero esas imágenes no cuentan toda la verdad, porque esa funda-teclado no se incluye de forma nativa en el equipo y hay que adquirirla por separado.

Ese sigue siendo una incómoda realidad para los usuarios que se plantean hacerse con una Surface Pro: Microsoft las vende como alternativas fantásticas para cualquier ordenador portátil, pero en realidad se quedan "cojas" sin esa Type Cover.

De hecho buena parte de la productividad queda condenada sin este periférico, pero insistimos: es necesario adquirirlo por separado y el precio no es en absoluto desdeñable, ya que parte de los 149,99 euros en la tienda oficial de Microsoft, que por supuesto habrá que sumar al coste del Surface Pro 7+ que elijamos.

En nuestro análisis hemos contado con este accesorio clave -no así con el Surface Pen- y como ocurre con el resto de apartados de diseño, no ha habido cambios en materiales o disposición de teclas.

Tampoco hay modificaciones en el tacto de un teclado que a pesar de su bajo perfil responde a la perfección y es, diríamos hasta un poco ruidoso de más. Si aprovechamos esa vieja capacidad de acoplarse magnéticamente a la pantalla para hacer la mecanografía algo más ergonómica, las teclas sonarán aún más que si apoyamos el teclado íntegramente sobre la mesa.

El recorrido de las teclas es muy adecuado, y la respuesta táctil en resistencia y en ese peculiar sonido -nada que ver con el de un teclado mecánico, pero ciertamente audible- es estupenda. No hay sensor de huella dactilar, pero seguimos teniendo el apartado de la biometría bien cubierto con la cámara IR con soporte de Windows Hello en el marco superior de la pantalla de los Surface Pro 7+.

El touchpad tampoco ha cambiado: sigue siendo modesto en dimensiones -el Surface Pro es compacto y tampoco hay margen para mucho más- pero su comportamiento sigue siendo excelente, tanto en respuesta como en tacto y soporte de gestos.

Rendimiento: buenas noticias y mejores noticias
La llegada de los procesadores Intel Core de 11ª generación es desde luego razón suficiente para que los fabricantes actualicen sus equipos: muchos lo han hecho estas últimas semanas, y a buen seguro veremos aún más a lo largo de los próximos meses.

La razón no reside tanto en las mejoras de rendimiento que obtenemos en el procesador de propósito general o CPU, sino las que obtenemos en su chip gráfico o GPU.

Aquí es donde entran en acción los nuevos chips Intel Iris Xe que permiten incluso disfrutar de algunos juegos de última hornada si somos cuidadosos con la resolución y el detalle gráfico al que los jugamos.

En el equipo que nos fue cecido para este análisis hemos contado con un Intel Core i5-1135G7, un procesador lanzado en el tercer trimestre de 2020 fabricado (por fin) con litografía de 10 nm y que cuenta con cuatro núcleos y ocho hilos de ejecución.

Su frecuencia de trabajo nativa es de 2,4 GHz, pero puede llegar a alcanzar los 4,2 GHz en escenarios intensivos. El consumo puede llegar a los 28 W y admite módulos de memoria DDR4 y LPDDR4X (como los de este equipo) hasta 4.267 MHz.

Más interesante es como decíamos la GPU Intel Iris Xe Graphics integrada, que cuenta con 80 unidades de ejecución que trabajan a una frecuencia máxima de 1,3 GHz. Este procesador gráfico es el que realmente ha dado muy buenas prestaciones en nuestros benchmarks, como veremos a continuación.

Las pruebas demuestran una evolución en el apartado de rendimiento general en el que PCMark 8 y PCMark 10 confirman lo que esperábamos, mientras que esos datos son aún más claros en las pruebas gráficas: las Iris Xe "normales" de un Core i5 rivalizan con las Intel Iris Plus de los Core i7 de la anterior generación, y en pruebas como Cinebench la ganancia de rendimiento es aún más contundente.

Probamos también el comportamiento de las nuevas gráficas Iris Xe de este singular convertible en juegos, y el rendimiento es también sorprendente. Es cierto que esto no es un equipo para jugar, pero aún así se defendió notablemente en esos dos títulos.

Así, en Shadow of the Tomb Raider rondó los 30 FPS en calidad baja y resolución 1.920 x 1.200, o en Forza Horizon 4, en el que también consiguió situarse entre 25 y 30 FPS en baja calidad y la misma resolución. Es cierto que no son condiciones óptimas para jugar si se es exigente, pero aún así el comportamiento empieza a ser estupendo para un equipo que no está orientado a ese terreno.

El equipo demostró además comportarse como otros Surface Pro en el ámbito de la refrigeración y el ruido: no hay sobrecalentamientos preocupantes en ninguna zona de la pantalla (menos aún en el teclado, por supuesto), y el ruido es inexistente porque ni el modelo con el Core i3 ni en este que hemos probado con el Core i5 hay refrigeración activa.

La batería también ha ganado enteros, y aquí la culpa vuelven a tenerla los procesadores Intel Core de 11ª generación, que con su proceso fotolitográfico de 10 nm y su TDP de 12 W (que puede llegar a los 28 W si la situación lo requiere) permite alargar esa autonomía respecto al modelo anterior: en nuestras pruebas llegó a las ocho horas y media con un uso "normal" con varias pestañas abiertas en el navegador y un uso en segundo plano de reproductores de música y otras pequeñas utilidades.

Esa duración de la batería puede ir un poco más allá jugando con aspectos como el brillo de pantalla, las opciones de conectividad o el modo de rendimiento: las opciones de Windows 10 permiten que si estamos trabajando con tareas ligeras podamos configurar un perfil más eficiente para ahorrar más batería, y eso se nota especialmente en estos equipos.

Microsoft Surface Pro 7+: la opinión y nota de Xataka
En noviembre de 2019 analizamos el Surface Pro 7, y lo cierto es que la nueva iteración de estos convertibles de Microsoft se hizo esperar. Cuando finalmente ha aparecido, lo ha hecho sin que sorprendentemente se dé el salto al hipotético Surface Pro 8.

Eso parece hacer esperar mejoras notables en ese teórico modelo futuro, pero lo cierto es que el Surface Pro 7+ bien podría haber llevado ese número porque sus diferencias, aunque no sean espectaculares, si son llamativas.

El equipo gana enteros en varios apartados importantes, con mejoras de rendimiento tanto en el ámbito general que gestiona la CPU como sobre todo en el ámbito gráfico gracias al nuevo chip Intel Iris Xe.

No solo eso: las nuevas opciones de expansión de la unidad SSD son una excelente noticia, y también esa capacidad de utilizar la ranura SIM para ganar conectividad 4G y contar así con esa alternativa de forma nativa y sin necesidad de hacer por ejemplo tethering con el móvil.

No hay cambios en muchos de los apartados que funcionan: la pantalla sigue siendo extraordinaria, como también ese diseño elegante y sobrio. No obstante, las quejas también persisten frente a anteriores modelos: la funda Type Cover que le da verdadero sentido al equipo supone un gasto extra, y es algo extraño que Microsoft siga apostando por un conector de carga propietario en lugar de dar paso de una vez a USB-C.

Aún así estamos ante un equipo que sigue demostrando que en tabletas convertibles hay pocos competidores que tengan un producto tan completo como el que plantea Microsoft. Así pues, si este formato convence a nuestros lectores, el Surface Pro 7+ desde luego es una apuesta segura.

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